Ferruccio Lamborghni, de todos conocidos en este programa,
fundador de la mítica marca de deportivos italiana con su nombre llegó a
convertirse en un empresario millonario. De hecho, ya lo había conseguido antes
de meterse en la fabricación de deportivos fabricando y vendiendo tractores.
Lo que pocos saben que otra de sus aficiones era la navegación
y los barcos y decidió que quería una lancha. Para ello recurrió al fabricante
más famoso en Italia en la década de los 60 por haber hecho famosas sus lanchas
que todos habréis visto en alguna foto de Venecia por ejemplo. Las Riva, más
concretamente el modelo Aquarama. Una lancha recubierta de madera que
derrochaba la clase y elegancia italiana de la década de los 60.
Las Riva Aquarama, fabricadas entre 1962 y 1972 destacaban
por su exclusividad. Sólo se fabricaron 281 unidades y eran tan bonitas como
caras.
Eran muy rápidas gracias a una configuración muy ligera y a
dos motores, normalmente Chrysler o Cadillac con una puesta a punto marítima y
potencias combinadas de entre 185 caballos hasta los 400 de algunas unidades.
Suficiente para que estas lanchas de 5 plazas y una pequeña cubierta para tomar
el sol alcanzasen velocidades de hasta 40 nudos, unos 75 kilómetros por hora.
Pues bien, como buen rico italiano, Ferruccio quiso una Riva
pero con su toque, es decir, que en lugar de los motores Crhysler o Cadillac,
llevase dos de sus V12 Lamborghini consiguiendo así una Riva Aquarama algo más
rápida.
La Aquarama Lamborghini fue un encargo personal del mismo
Ferruccio a Riva en 1968. En lugar de los mencionados motores americanos, quiso
una potencia fuera de todos los registros de la época. ¿Qué mejor que dos
motores V12 4.0 de los que montaba su primer deportivo? El 350GT. Juntaron así
una lancha de madera con unas líneas preciosas y 24 cilindros italianos. Lo
dicho, nunca visto algo igual antes. Cada uno de estos escalofriantes motores
llevaban 6 carburadores de doble cuerpo que rendían 350 caballos.
Hablábamos hace algunos programas de los motores Perkins que
montaban por ejemplo el Seat 1500 y que también fueron utilizados para barcos
modificándolos para su uso en el agua. Pues bien, lo mismo hicieron con estos
motores Lamborghini teniendo además algo más de carrera para poder mejorar el
par a bajas vueltas obteniendo un rango de funcionamiento de entre 700 a 5000
r.p.m. Con 700 caballos bajo la cubierta, esta Aquarama se convirtió en lo que
para mi gusto es uno de los Lamborghini más desconocidos y bonitos de la
historia de la marca italiana.
Consiguieron una aceleración nunca vista antes en el mar y
una velocidad de unos 90 km/h. No parece mucha, pero tened en cuanta que rodar
a más de 50 kilómetros por hora en el mar es comparable a rodar a más de 200 en
carretera. Es otro mundo, especialmente en aguas bravas.
La lancha estuvo parada desde 1993 en algún puerto italiano
con uno de sus motores irrecuperable ya que estaba en el museo de Lamborghini.
Riva-World encontró otros dos propulsores en Estados Unidos y comenzó la
restauración con la ayuda de Riva y del mismo museo Lamborghini que les dejó
desmontar el motor que tenían en exposición. La embarcación fue finalmente
restaurada por Riva-World en los Países Bajos y tras varias pruebas en los
lagos holandeses fue devuelta a Italia la Lago d’lseo.
Fue entregada al mismísimo Carlo Riva, fundador de Riva y el
mismo hombre al que Ferruccio Lamborghini metió prisa para tenerla terminada en
tan sólo tres meses. Un maquinón capaz de entusiasmar tanto a los amantes de
los coches como de los barcos y lo que os decía antes, uno de los Lamborghini
más bonitos de la historia.
Carlo Riva falleció en 2017 y la Riva Lamborghini se vendió.
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