Este fue el coche con el que Audi entró definitivamente en el
segmento de las berlinas de lujo. Se produjo de 1988 a 1993 y para ello Audi
creó un motor V8 con su famosa tracción Quattro.
Tan solo en el desarrollo del motor le echaron 4 años y 2
más para el desarrollo total del coche. Partieron de la base de los Audi 100 y 200,
pero el resultado fue un vehículo mucho más elaborado. Quizá suena poco sacar
250 caballos a un bloque de 3.5 litros, pero estamos hablando de finales de los
80, principios de los 90 y de un motor atmosférico.
Una de las primeras repercusiones que tuvo su presentación
fue la obligación de los otros dos grandes de Alemania (BMW y Mercedes-Benz) a
redefinir el concepto de las grandes berlinas con su serie 7 el primero y la
clase S el segundo.
En un primer vistazo, lo que llamaba la atención era el
morro, con la misma caída de la parrilla que los mercedes coupés de la época,
pero con un gran tamaño para poder albergar a su poderoso motor V8. Las medidas
eran prácticamente las mismas que sus hermanos “pequeños”, los 100 y 200 de
Audi, pero con un poco más de 70 mm. añadidos (4.8 de largo, 1.8 de ancho y 1.4
de alto).
Respecto a las ópticas, tanto las delanteras como las
traseras eran de nuevo diseño, aunque las traseras estaban muy basadas en los
últimos modelos del 200. En los laterales pudimos ver una modificación en los
pasos de rueda para poder albergar las nuevas 215/60 VR15 o incluso las opcionales
225/50 ZR 16.
Respecto al interior, era prácticamente inmejorable para lo
que veíamos en esa época. Cuero y maderas nobles presentes en asientos, cuadro
de instrumentos y paneles de las puertas. Montaba cortinillas laterales en las
ventanillas traseras, así como en la luna trasera, climatizador automático,
asientos térmicos para todos los ocupantes, buen sistema de iluminación, un
excelente equipo de sonido y asientos delanteros eléctricos. La visibilidad era
muy buena en cualquier dirección gracias a la gran superficie acristalada con
la que contaba. Sin embargo, el ABS era opcional.
En esta época, el resto de coches de este segmento solían ofrecer
casi todo como opcional, mientras que en el Audi V8 casi todo era de serie.
Los 250 caballos estaban catalizados, por lo que ya sabéis
por lo que os hemos ido contando que esto hacía que bajase la potencia máxima
que se le podía sacar a su motor. Audi consiguió un motor compacto, ligero,
duro y fiable, logrando un silencio y equilibrio de funcionamiento poco visto
hasta entonces.
Para ello, Audi utilizó una aleación de aluminio y silicio
en el bloque del motor y los pistones eran de aluminio con una capa de hierro
aplicada mediante un proceso de galvanización. El cigüeñal estaba realizado en
acero de la más alta calidad. Entregaba los 250 caballos a 5.800 R.P.M. con 8
cilindros en V a 90º, con doble árbol de levas y 4 válvulas por cilindro. Un
maquinón.
Una de las novedades introducidas por este modelo fue la
importancia que la electrónica tomaba en el funcionamiento del motor. Lo
controlaba un sistema Bosch Motronic que estaba formado por una serie de
sensores que registraban el comportamiento del motor en cada momento. Esos
sensores mandaban la información a otra centralita que actuaba de una u otra
manera para optimizar el comportamiento del vehículo.
Sus cifras eran velocidad máxima de 237 km/h y 9 segundos
para pasar de 0 a 100. No olvidéis que era un tanque de 1.700 kilos.
El sistema Quattro era un sistema de tracción permanente y
automático. En condiciones normales repartía la potencia un 50 – 50 pero si la
centralita notaba falta de adherencia en alguna rueda, se compensaba de forma
automática.
Por otro lado, el eje trasero también tenía un Torsen que
trabajaba con bloqueo automático y enviaba una parte de la potencia de mayor
adherencia a la rueda que tenía menos en ese momento con un máximo de un 20 –
80 en el caso de quedarse alguna rueda en el aire. Así consiguieron una
seguridad de marcha muy superior a la de sus competidores directos.
La transmisión era automática de 4 velocidades y tenía tres
modos de uso. Económica, manual y deportiva. La gran diferencia entre económica
y deportiva era el régimen de vueltas a la que se cambiaban las marchas.
Respecto a los consumos, eran lo que se podían esperar de
una gran berlina de esta época. 16 litros a los 100 en uso urbano, 10 a los 100
a una velocidad de 120 subiendo a los 15 si hacíamos conducción deportiva.
Respecto a los frenos, montaba de disco en las 4 ruedas pero
con una particularidad. Llevaba la mordaza en la parte interior ya que así se
aprovechaba mejor el espacio dentro de la llanta y aumentaba la superficie de
fricción consiguiendo un nivel de frenada asombrosa a cualquier velocidad
teniendo en cuenta sus 1.700 kg de peso.
El resultado final que consiguió Audi fue un coche muy
estable dando comodidad a sus ocupantes. Muy silencioso, a penas podías
escuchar el V8 que se hacía un pelín perezoso pero solo hasta las 3.000
vueltas, momento en el que el Audi salía volando. La dirección era asistida con
una asistencia variable según la velocidad lo que lo hacía muy cómodo de
conducir en las ciudades y muy firme en viajes. En resumen, una gran berlina de
lujo con espíritu deportivo que hizo cierto daño a sus competidores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario