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martes, 30 de junio de 2020

Citroën BX. 1982.


Nos remontamos ahora hasta 1982. Citroën siempre ha destacado por arriesgar en sus diseños y ser muy innovadora tecnológicamente. Es estos tiempos, la marca francesa era capaz de lanzar al mercado una berlina media, con un diseño rompedor, con su ya conocida suspensión hidroneumática y aun así conseguir vender más de 2.3 millones de unidades, que fue lo que hizo con el BX.


En 1982 los coches que veíamos por la carretera eran modelos con diseños algo aburridos y todos muy parecidos. Es cuando Citroën se atrevió con un modelo cuyo diseño original iba a ser en un principio un Volvo.


El 16 de Septiembre de 1982 amanecía con una caja de madera con un mensaje que decía “Aquí está el nuevo Citroën” suspendida bajo el primer piso de la Torre Effiel que lentamente iba bajando hacia la base del monumento. Tan lentamente que no fue hasta una semana después llegó al suelo y se presentó el BX en medio de un espectáculo de luces y pirotecnia.


Los coches que podíamos encontrar ese año en las carreteras ya los conocéis, de hecho, ya hemos hablado de más de uno en el programa, como el Talbot Horizon, el Peugeot 504, el Seat Fura o el Renault 18 entre otros muchos. Como veréis eran todos coches poco innovadores en cuanto a su diseño. El único que le pudo hacer sombra por ese nuevo look fue el Ford Sierra, que de hecho ha envejecido mejor que el propio BX.


Este tipo de imagen o de diseño se denominaba Wedge design, o diseño de cuña, que popularizaron modelos de altísima gama como el Alfa Romeo Carabo…


Maserati Boomerang…


Lancia Stratos Zero…


O el Lamborghini Countach,


Pero como os digo, son modelos todos de las gamas más altas. Fue Citroën la única marca que se atrevió a incorporar este tipo de diseño de cuña a la gama media, aunque la marca gala ya nos tenía acostumbrada a este tipo de carrocerías con el DS, GS y CX.


Para el BX adoptó el diseño que Bertone había realizado para Volvo, con el Volvo Tundra.


En 1972, Volvo se hace con DAF, fabricante holandés y especialista en modelos compactos. De este modo, Volvo completa su actual gama del 240 y 260. Así, en el 75 llegó el Volvo 343 que, aunque se vendió como un Volvo, en realidad había sido un proyecto de DAF.


El problema es que este modelo no convenció a la clientela de Volvo quien para mejorar su imagen acudió a Bertone y a través de uno de sus mejores diseñadores del momento, Marcello Gandini, diseñaron el que llamaron el Volvo Tundra.


Este modelo era un cupé del estilo cuña que mencionábamos antes. Como era de esperar, Volvo rechazó la propuesta porque en los años 80 Volvo presumía de fabricar los coches más seguros del mundo y sus diseños eran cuadrados y rectos, aportando más imagen de seguridad y además pensaron que la clientela no percibiría al Tundra como un Volvo.


Poco después Citroën comenzó el desarrollo de su nueva berlina del segmento D. Para ello utilizó una táctica muy común en estos años. Le pedía a su propio equipo de diseño interno el desarrollo de un modelo que también se pedía a un estudio ajeno a las marcas. Normalmente eran estudios italianos, así Peugeot solía acudir a Pininfarina y Citroën a Bertone.


Una vez que la petición llegó a Bertone, su diseñador principal, Marcello Gandini no dudó en reutilizar el diseño no aprobado del Volvo Tundra. Para eso convirtió el modelo de cupé a berlina fastback, más en consonancia con las carrocerías típicas de Citroën. Finalmente, la marca acepta el diseño de Gandini y es el equipo de diseñadores de la marca gala los que lo pulieron y adaptaron a las exigencias técnicas del coche. Así salió a la luz en el 82 el BX.


El modelo, en términos estéticos, es una ruptura total con las formas suaves de los Citroën GS y Citroën CX. El BX parecía haber sido esculpido con un hacha. A bordo, el cambio también era total. Las formas redondas de los salpicaderos dejaban paso a líneas rectas y rectangulares. A pesar de todo, el BX conserva dos señas de identidad de Citroën: el volante monobrazo y el cuadro de instrumentos de ojo de cíclope.


Citroën buscaba capturar a nuevos clientes pero tampoco podría defraudar a sus fieles por lo que, entre otras cosas, no podía dejar de lado su afamada suspensión hidroneumática.


Esta suspensión comenzó su desarrollo en 1944, aunque no fue hasta 10 años después que lo vimos en el eje trasero del Traction Avant y posteriormente en el genial DS. En este sentido Citroën llevaba 20 años por delante de sus competidores. Era la suspensión más cómoda, estable y con mejor agarre al asfalto del mercado.


El año de su presentación contaban con 5 versiones de gasolina: BX de base, BX 14 E, BX 14 RE, BX 16 RS y el BX 16 TRS.


Los modelos de base y los 14 montaban motores provenientes del Peugeot 104 de 62 y 72 caballos mientras que los dos modelos 16 montaban los nuevos motores franceses de tipo XU que fueron los que utilizaron casi todos los coches del grupo PSA en los 80 y parte de los 90.


Era un motor de 4 cilindros y 1.580 c.c. de 90 cv asociado a un cambio manual de 5 velocidades heredados del Talbot Horizon. El diésel de 1.900 c.c. y 90 cv llegaría un año después.


Los materiales fueron otra de las innovaciones del BX. Fue uno de los primeros coches en utilizar materiales compuestos de forma masiva. Así, el capó, el portón trasero y los acabados del techo son de fibra de vidrio y poliéster siendo entre un 20 y un 30 % más ligeros que las mismas piezas en acero. Los parachoques son de polipropileno y aguantaban sin deformarse golpes de hasta 5 km/h.


Al retirar del mercado el GSA familiar (Break), Citroën se quedaba sin gama media con esta carrocería. Había que subir hasta el CX para encontrar esta solución, pero era un segmento premium y más caro, así que en 1987 presentaron el BX Break fabricado por el carrocero Heuliez con 17 cm más de longitud y una capacidad de hasta 1.800 litros.


Uno de los secretos del BX era que había una versión para cada necesidad. El Base, berlina, break, turbodiésel, gasolina, a partir del 89 con tracción total… De hecho, en España fue coche de policía durante más de una década y en Francia era el favorito de los taxistas (dato a tener en cuenta al comprar un coche).


Sólo le faltaba una versión deportiva que llegó con el BX GTI 16 (por su culata de 16 válvulas) que llegó en 1987 junto al Peugeot 405 Mi16 y el Renault 21 2.0 Turbo.


Pero el BX deportivo se quedó como el patito feo de estas tres opciones francesas. El 21 Turbo llegó a ser el vehículo de intervención rápida de la Gendarmerie francesa y el 405 con sus modelos de Rally y Raid le elevaron al estrellato.


En el aspecto deportivo, el BX también tiene su pequeña historia. Empieza en 1985 cuando Citroën decide participar en el mundial de Rallys con el BX 4TC.


El equipo de Marketing vio entonces lógico sacar una versión deportiva en referencia a la versión de Rally: El BX Sport. Sobre la base del BX 19 GT añadieron un kit de carrocería más deportiva y subieron el motor de 105 a 126 caballos. Aunque salió con la idea de ser una serie limitada a 2.500 unidades, estuvo en producción hasta la aparición del BX GTI 16 y se vendieron más de 7.000 unidades. Hubo una versión anterior al GTI 16, se trató del BX GTI a secas, pero siempre se le consideró como peor coche que el BX Sport y no tuvo a penas éxito, por lo que sacaron en 1987 el GTI 16 válvulas.


Montaba el mismo motor que el Peugeot 405 Mi16, es decir, un 1.9 litros 16 válvulas y 160 caballos. Con esto y su reducido peso, a penas algo más de 1000 kg, se convirtió en un coche muy rápido. De 0 a 100 en 8.2 y una velocidad punta de 218 Km/h. Aún así, un diseño más actual del Peugeot junto a un chasis casi perfecto, o los 175 caballos del Renault 21 Turbo eclipsaron a este modelo de BX.


Del BX GTI 16 se fabricaron entre 1987 hasta el 89, 7.427 unidades. A partir del 89 hasta 1992 sufrió un Restyling en el que perdió las siglas GTI y su alerón trasero, a parte de potencia ya que montó un catalizador que le hizo bajar la potencia hasta los 148 CV.


El Citroën BX se convirtió en un icono de los 80, en parte debido a la gran variedad de modelos disponibles. Tan solo en la factoría de Vigo se fabricaron 22.325 unidades entre 1983 y 1992. Además, la unidad 2 millones salida de la fábrica de Vigo fue un BX. Hoy ya han superado con creces los 13 millones de coches fabricados desde 1958.


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