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miércoles, 20 de mayo de 2020

Maserati Bora. 1971.


Nos quedamos hoy en la misma época, principios de los años 70, más concretamente 1971. En esta época Maserati no pasaba por sus mejores momentos. Sus modelos eran atractivos, pero el mercado estaba cambiando y económicamente era difícil para la marca luchar contra su competencia y sus vecinos Ferrari y Lamborghini. En enero de 1968, Citroën se hizo con el control de la marca. 3 años después llegó el primer modelo de producción con motor central trasero. El Maserati Bora.


La operación mediante la cual la marca francesa se hizo con el control de Maserati fue lo que hoy se conoce como una Joint Venture. Lo primero que vimos gracias a esta unión fue la llegada del Citroën SM, con el motor V6 de Maserati lanzado en 1970. Johan Cruiff fue un enamorado de este modelo llegando a tener dos.


A la vez ya se estaba trabajando en un modelo para posicionar a la marca del tridente en lo alto de los coches deportivos. Internamente se le conocía como el Tipo 117, pero su nombre comercial sería cogido de un viento del Adriático, el Bora.


Acabábamos de disfrutar del imponente Miura. Sacaba también el Espada.


De Tomaso presentó el Mangusta…


Y Ferrari tenía a punto el Dino, el primer modelo con motor central trasero.


Así estaba el mundo de los superdeportivos en esta época y Maserati quiso entrar con fuerza. Para ello encargó a Giugiaro, dentro de Italdesign, el diseño del Bora. Un modelo con líneas modernas y algo atemporales, un modelo que se enfocó a la practicidad y al uso diario sin perder el ADN deportivo. Por ejemplo, tenía una pedalera que se podía desplazar para ajustártelos, un volante telescópico que te facilitaba la entrada y salida o un maletero “amplio” en la parte delantera del coche. Y todo esto manteniendo un coeficiente aerodinámico de sólo 0.30.


El proyecto se inició en 1968. A mediados del 69 ya empezaron a rodar algunas unidades de prueba y en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1971 se presentó oficialmente el Maserati Bora. Se presentó con dos motorizaciones V8. Uno de 4.7 litros y 310 caballos y otro de 4.9 con 320. Ambos estaban unidos a una caja de 5 velocidades en posición transversal. La caja de cambio y el motor iban colocados en un subchasis que mejoraba la rigidez torsional del coche.


La desgracia fue ligada a la historia del Bora. En 1973 la crisis del petróleo y la posterior crisis de Citroën en 1975 motivó la liquidación de Maserati que fue adquirida por De Tomaso en agosto de ese mismo año. Esta situación puso difícil la continuidad del Bora que aguantó hasta 1978 con un total de 564 unidades. 275 del motor 4.9 y 289 con el de 4.7 litros. Sin embargo, otro modelo derivado del Bora, el Maserati Merak, más pequeño y con corte también deportivo y utilizable para el día a día siguió en producción desde 1972 hasta 1983. Obra también de Guigiaro con motor V6 de 3.0 litros.


El interior del Bora me recuerda mucho al Lamborghini Espada del que acabamos de hablar. Relojes centrados en el piloto y detalles como la radio junto a la puerta del piloto dejaba claro que estaba centrado en el conductor.


La clave del Bora estaba en la importancia del proyecto para Maserati, lanzándose a la lucha de los superdeportivos apareciendo un nuevo concepto de deportivo pensado para utilizarlo a diario. El Bora fue el mejor proyecto de la marca hasta su adquisición por parte del grupo Fiat en 1993. Es un coche exclusivo y el mercado de segunda mano lo sabe. Es muy difícil encontrar una unidad en buen estado por menos de 100.000 euros incluso una unidad en perfecto estado de conservación llegó a venderse por 210.000 euros. Era una unidad con el motor 4.9.



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