El Opel Monza se presentó en el Salón internacional del
automóvil de Frankfurt en 1977 y se fabricó entre 1978 y 1986. Tuvo dos
versiones, la E y la GSE. El GSE era el modelo más completo montando un alerón
trasero, asientos deportivos Recaro y un panel de instrumentos digital. El
Monza era la versión coupé del Opel Senator, el buque insignia de la marca en
estos años.
Opel consiguió con el Monza un vehículo que aunaba el nivel
de una berlina de lujo con el aspecto juvenil de un deportivo. A primera vista
llamaba la atención su afilada línea coupé con un discreto spoiler delantero
que mejoraba su aerodinámica. También llamaba la atención su gran longitud
(4.709 mm). También nos llama la atención hoy en día el pequeño tamaño de las
ruedas para las dimensiones del coche. Montaba unos neumáticos 175 R14. Era el
tamaño común de los coches de la época independientemente de si eran grandes
berlinas, pequeños utilitarios o deportivos.
Era un deportivo que presumía de silencio, de hecho, fue
considerado como el deportivo más silencioso del mercado. Esto demostraba un
gran equilibrio de su mecánica sin a penas vibraciones. En marcha también era
como ir en una berlina de paseo, pero eso sólo hasta que pasábamos las 4.000
RPM, momento en el que despertaba el animal que llevaba dentro.
Dentro del lujo y la deportividad, destaca el diseño de los
asientos, con tapicería lujosa de terciopelo, pero con un agarre lateral para
cuando exprimieses el motor. En las plazas traseras también se hizo un gran
estudio para dotar a los pasajeros de un amplio espacio y comodidad.
Más que un deportivo, se comportaba como un Gran Turismo.
Cuando le metías en autopistas y carreteras despejadas tenía un comportamiento
intachable gracias a su buena aerodinámica con un bajo Cx acompañado de una
suspensión que mantenía la trayectoria exactamente donde quería el conductor.
En cambio, en carreteras viradas la reacción de unos amortiguadores duros con
suspensiones reforzadas aunque tirando a blandas, era instantánea, y aunque
tendía a bascular no perdía la trayectoria fácilmente. A todo ésto también
contribuía la dirección asistida sensible y rápida.
Respecto a los frenos, montaba un potente sistema de cuatro
discos, siendo los delanteros ventilados. Le podías pedir lo que quisieras, que,
pese a su gran tamaño, era un coche noble y fácil de conducir.
Especificando un poco más en sus características, abrimos el
capó delantero y encontrábamos un motor de 2968 c.c. de seis cilindros en
línea, con una potencia de 180 caballos a 5.800 RPM y un par máximo de 244 Nm
entre 4.200 y 4.800 RPM.
La velocidad máxima era de 215 Km/h con un 0 a 100 en 8,5
segundos y un consumo que rondaba entre los 10.6 litros a los 100 en
extraurbano y los 16.5 en ciudad. Eran otros tiempos.
Se llegó a hablar de que podríamos volver a ver algo similar
de la mano del grupo PSA, aunque los franceses parece que estaban más por la
labor de que esa gran plataforma fuese un SUV por encima del Grandland X, más
que un coupé de estas dimensiones.
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