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miércoles, 8 de abril de 2020

Opel Monza. 1978.


El Opel Monza se presentó en el Salón internacional del automóvil de Frankfurt en 1977 y se fabricó entre 1978 y 1986. Tuvo dos versiones, la E y la GSE. El GSE era el modelo más completo montando un alerón trasero, asientos deportivos Recaro y un panel de instrumentos digital. El Monza era la versión coupé del Opel Senator, el buque insignia de la marca en estos años.


Opel consiguió con el Monza un vehículo que aunaba el nivel de una berlina de lujo con el aspecto juvenil de un deportivo. A primera vista llamaba la atención su afilada línea coupé con un discreto spoiler delantero que mejoraba su aerodinámica. También llamaba la atención su gran longitud (4.709 mm). También nos llama la atención hoy en día el pequeño tamaño de las ruedas para las dimensiones del coche. Montaba unos neumáticos 175 R14. Era el tamaño común de los coches de la época independientemente de si eran grandes berlinas, pequeños utilitarios o deportivos.


Al abrir la puerta nos encontrábamos con un interior digno de las mejores berlinas que contaba con las últimas tendencias ergonómicas, como el salpicadero envolvente y un cuadro de mandos que incluía hasta un indicador del consumo (La crisis del petróleo estaba muy reciente). También presentaban como primicia la regulación en altura del asiento del conductor, parabrisas laminado y con la antena de radio integrada, cierre centralizado y la preinstalación del equipo de radio.


Era un deportivo que presumía de silencio, de hecho, fue considerado como el deportivo más silencioso del mercado. Esto demostraba un gran equilibrio de su mecánica sin a penas vibraciones. En marcha también era como ir en una berlina de paseo, pero eso sólo hasta que pasábamos las 4.000 RPM, momento en el que despertaba el animal que llevaba dentro.


Dentro del lujo y la deportividad, destaca el diseño de los asientos, con tapicería lujosa de terciopelo, pero con un agarre lateral para cuando exprimieses el motor. En las plazas traseras también se hizo un gran estudio para dotar a los pasajeros de un amplio espacio y comodidad.


Más que un deportivo, se comportaba como un Gran Turismo. Cuando le metías en autopistas y carreteras despejadas tenía un comportamiento intachable gracias a su buena aerodinámica con un bajo Cx acompañado de una suspensión que mantenía la trayectoria exactamente donde quería el conductor. En cambio, en carreteras viradas la reacción de unos amortiguadores duros con suspensiones reforzadas aunque tirando a blandas, era instantánea, y aunque tendía a bascular no perdía la trayectoria fácilmente. A todo ésto también contribuía la dirección asistida sensible y rápida.


Respecto a los frenos, montaba un potente sistema de cuatro discos, siendo los delanteros ventilados. Le podías pedir lo que quisieras, que, pese a su gran tamaño, era un coche noble y fácil de conducir.


Especificando un poco más en sus características, abrimos el capó delantero y encontrábamos un motor de 2968 c.c. de seis cilindros en línea, con una potencia de 180 caballos a 5.800 RPM y un par máximo de 244 Nm entre 4.200 y 4.800 RPM.


La velocidad máxima era de 215 Km/h con un 0 a 100 en 8,5 segundos y un consumo que rondaba entre los 10.6 litros a los 100 en extraurbano y los 16.5 en ciudad. Eran otros tiempos.


Se llegó a hablar de que podríamos volver a ver algo similar de la mano del grupo PSA, aunque los franceses parece que estaban más por la labor de que esa gran plataforma fuese un SUV por encima del Grandland X, más que un coupé de estas dimensiones.


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