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domingo, 1 de marzo de 2020

Stout Scarab de 1935, coche innovador de los 30


El Stout Scarab de 1935 se puede considerar como el primer monovolumen de la historia, pero no sólo eso, fue también el primer coche con la carrocería de fibra de vidrio y el primero con suspensión neumática.


Este monovolumen nació en la década de 1930 en Estados Unidos. El responsable de que hoy podamos ver este modelo fue William Bushnell Stout, inventor y diseñador que se hizo un nombre con su empresa aeronáutica Stout Metal Airplane Company. También trabajó en el sector de la automoción llegando a ser el ingeniero jefe de Packard Motor Car Company.


Este primer modelo no llegó bajo la marca Packard sino que lo lanzó bajo el abrigo de su propia empresa de investigación y desarrollo, la Stout Engineering Laboratories.


En esta época, en Europa se estaba investigando un nuevo concepto de coche, un pequeño utilitario económico de motor trasero. Así apareció por ejemplo el Wolksvagen Escarabajo. De ahí sacó William el concepto de coche con el motor trasero y le gustó tanto el concepto que por eso escogió el mismo nombre, el Scarab pero lo llevó un poco más allá y pensó que por qué no hacer ese concepto en un gran coche de lujo.


La visión que el tuvo de su Scarab era un coche con una gran habitabilidad, que fuese muy cómodo, repleto de materiales lujosos y que fuese muy versátil, es decir, que fuese tanto coche de lujo como una oficina para grandes desplazamientos por el inmenso país norteamericano. Por todo ello, el Scarab se convirtió en uno de los automóviles más innovadores del mundo. El motor estaba situado sobre el eje trasero.


El primer prototipo del Stout Scarab fue presentado al público en 1932 aunque el modelo de producción no se presentó hasta 1935. Para su diseño, Stout adoptó algunas de las tecnologías que aprendió fabricando aviones.


A primera vista, su exterior no dejaba a nadie indiferente. Con un estilo Art Decó rompía completamente con todo lo que los americanos estaban acostumbrados a ver rodando por sus carreteras. Era una obra de arte con ruedas.


El diseño general estaba destinado a favorecer un correcto flujo de aire. Ahí se notaba la influencia de la aeronáutica en el trabajo de William, unas ruedas traseras carenadas, los pasos de rueda integrados, el parabrisas inclinado, los paragolpes situados muy cerca del cuerpo del vehículo y las bisagras de las puertas quedaban escondidas al igual que las manetas de las puertas, que quedaban a ras de la carrocería. Todo esto fue un trabajo aerodinámico mas propio de un avión que de un coche de los años 30.


En el interior también presentó grandes novedades. Lo normal en aquella época es que los coches montasen motor delantero con tracción trasera, por lo que todo el habitáculo era atravesado por un túnel donde iba alojado la transmisión. Pues bien, él montó el motor V8 de Ford en la parte trasera sobre el eje de tracción que era también el trasero y acoplado al mismo un cambio automático de tres marchas quedando un conjunto muy compacto por lo que dejaba un maletero muy grande y el habitáculo completamente liso. Rendía 100 caballos.


En esta revolución de diseño también hizo un cambio importante. Stout realizó una estructura monocasco careciendo así de chasis. También eliminó los estribos tan característicos de aquella época y así pudo hacer un habitáculo que aprovechase toda la anchura del coche quedando un área interior sin precedentes.


Para “amueblar” el interior contó con un sofá, una mesa, una silla que podías colocar donde mejor te viniese…, vamos, un salón con ruedas.


También innovaron con las puertas, siendo un dos puertas asimétricas. La del conductor era una puerta convencional mientras que la de los pasajeros estaba más hacia el centro del vehículo para que pudieran entrar directamente en el “salón”.


En el interior no se escatimó y podíamos encontrar tapicería de piel, un sistema de iluminación ambiental, una calefacción controlada con un termostato o el sistema de ventilación que filtraba el agua, el polvo, el polen y los insectos. Desde luego avances muy futuristas para los años 30.


Era un coche de casi 5 metros, 4,97 más concretamente. Si a eso le sumamos su motor trasero y que carecía de espejos retrovisores para mejorar la aerodinámica, a la hora de maniobrar este gigante era un verdadero problema.


Stout pensaba realizar una edición limitada a 100 unidades. Sin embargo, su aspecto exterior resultó ser demasiado transgresor para la época y finalmente no cuajó en la opinión publica por lo que tan sólo se terminaron haciendo 9 unidades, eso sí, cada una hecha a mano y con pequeñas diferencias. Hoy en día quedan sólo 5.


El proyecto de un visionario que estoy convencido no tenía ni idea de que sus innovaciones seguirían montándose y desarrollándose en los coches del siguiente milenio.



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