El Stout Scarab de 1935 se puede considerar como el primer
monovolumen de la historia, pero no sólo eso, fue también el primer coche con
la carrocería de fibra de vidrio y el primero con suspensión neumática.
Este monovolumen nació en la década de 1930 en Estados
Unidos. El responsable de que hoy podamos ver este modelo fue William Bushnell
Stout, inventor y diseñador que se hizo un nombre con su empresa aeronáutica
Stout Metal Airplane Company. También trabajó en el sector de la automoción
llegando a ser el ingeniero jefe de Packard Motor Car Company.
Este primer modelo no llegó bajo la marca Packard sino que
lo lanzó bajo el abrigo de su propia empresa de investigación y desarrollo, la
Stout Engineering Laboratories.
En esta época, en Europa se estaba investigando un nuevo
concepto de coche, un pequeño utilitario económico de motor trasero. Así
apareció por ejemplo el Wolksvagen Escarabajo. De ahí sacó William el concepto
de coche con el motor trasero y le gustó tanto el concepto que por eso escogió
el mismo nombre, el Scarab pero lo llevó un poco más allá y pensó que por qué
no hacer ese concepto en un gran coche de lujo.
La visión que el tuvo de su Scarab era un coche con una gran
habitabilidad, que fuese muy cómodo, repleto de materiales lujosos y que fuese
muy versátil, es decir, que fuese tanto coche de lujo como una oficina para
grandes desplazamientos por el inmenso país norteamericano. Por todo ello, el
Scarab se convirtió en uno de los automóviles más innovadores del mundo. El
motor estaba situado sobre el eje trasero.
El primer prototipo del Stout Scarab fue presentado al
público en 1932 aunque el modelo de producción no se presentó hasta 1935. Para
su diseño, Stout adoptó algunas de las tecnologías que aprendió fabricando
aviones.
A primera vista, su exterior no dejaba a nadie indiferente.
Con un estilo Art Decó rompía completamente con todo lo que los americanos
estaban acostumbrados a ver rodando por sus carreteras. Era una obra de arte
con ruedas.
El diseño general estaba destinado a favorecer un correcto
flujo de aire. Ahí se notaba la influencia de la aeronáutica en el trabajo de
William, unas ruedas traseras carenadas, los pasos de rueda integrados, el
parabrisas inclinado, los paragolpes situados muy cerca del cuerpo del vehículo
y las bisagras de las puertas quedaban escondidas al igual que las manetas de
las puertas, que quedaban a ras de la carrocería. Todo esto fue un trabajo
aerodinámico mas propio de un avión que de un coche de los años 30.
En el interior también presentó grandes novedades. Lo normal
en aquella época es que los coches montasen motor delantero con tracción
trasera, por lo que todo el habitáculo era atravesado por un túnel donde iba
alojado la transmisión. Pues bien, él montó el motor V8 de Ford en la parte
trasera sobre el eje de tracción que era también el trasero y acoplado al mismo
un cambio automático de tres marchas quedando un conjunto muy compacto por lo
que dejaba un maletero muy grande y el habitáculo completamente liso. Rendía
100 caballos.
En esta revolución de diseño también hizo un cambio
importante. Stout realizó una estructura monocasco careciendo así de chasis.
También eliminó los estribos tan característicos de aquella época y así pudo
hacer un habitáculo que aprovechase toda la anchura del coche quedando un área
interior sin precedentes.
Para “amueblar” el interior contó con un sofá, una mesa, una
silla que podías colocar donde mejor te viniese…, vamos, un salón con ruedas.
También innovaron con las puertas, siendo un dos puertas
asimétricas. La del conductor era una puerta convencional mientras que la de
los pasajeros estaba más hacia el centro del vehículo para que pudieran entrar
directamente en el “salón”.
En el interior no se escatimó y podíamos encontrar tapicería
de piel, un sistema de iluminación ambiental, una calefacción controlada con un
termostato o el sistema de ventilación que filtraba el agua, el polvo, el polen
y los insectos. Desde luego avances muy futuristas para los años 30.
Era un coche de casi 5 metros, 4,97 más concretamente. Si a
eso le sumamos su motor trasero y que carecía de espejos retrovisores para
mejorar la aerodinámica, a la hora de maniobrar este gigante era un verdadero
problema.
Stout pensaba realizar una edición limitada a 100 unidades.
Sin embargo, su aspecto exterior resultó ser demasiado transgresor para la
época y finalmente no cuajó en la opinión publica por lo que tan sólo se
terminaron haciendo 9 unidades, eso sí, cada una hecha a mano y con pequeñas
diferencias. Hoy en día quedan sólo 5.
El proyecto de un visionario que estoy convencido no tenía
ni idea de que sus innovaciones seguirían montándose y desarrollándose en los
coches del siguiente milenio.
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