El tercer Beattle más conocido tras Lennon y Mcartney fue un
gran amante de los deportivos y de la F1, tanto fue así que llegó a pilotar
algunos monoplazas.
Los coches de George Harrison eran la envidia del
vecindario en Oxfordshire (Inglaterra). Y no me extraña porque en el garaje de
su chalecito adosado (mansión Friar Park) llegó a acumular más de cien juguetes
entre Aston Martin, Jaguar, McLaren, Ferrari o Mercedes entre otros muchos.
De los cuatro integrantes del conjunto de Liverpool, George
Harrison fue el más apasionado por el mundo del motor. Pero no solo
coleccionaba deportivos como si fueran cromos, sino que también le apasionaba
la competición, especialmente la F1.
Tanto es así que asistía con frecuencia a los Grandes
Premios del Mundial, donde era habitual verle charlar por el paddock con los
mejores pilotos de F1, como Ayrton Senna. Incluso con algunos de ellos, como
fue el caso de Emerson Fittipaldi, llegó a trabar una gran amistad.
También con su compatriota James Hunt, uno de los pilotos
más fiesteros del Gran Circo y enemigo en la pista del gran Nikki Lauda, solía
conversar en los circuitos.
Uno de los primeros coches de George Harrison fue un Ford
Anglia 1955. Está claro que compró este vehículo antes de su éxito. Éste fue el
primero de una gran colección.
Cuando el negocio de la música empezó a dar sus frutos,
Harrison cumplió uno de sus sueños. Uno de los primeros se llamó Jaguar E-Type,
con el que posó en 1964.
Como buen británico y ya como una estrella del rock, se
decidió a ampliar su camada con un imponente Aston Martin DB5 1965.
Por otra parte, recuerda que en los años 60 se llevaba mucho
la temática psicodélica, como en el caso del famoso Rolls de John Lennondel que
ya hablaremos como ejemplo de lo estrombótico y mal gusto. Y claro, Harrison se
apuntó a la moda con este Mini 1966 que aparecía en la película Magical Mystery
Tour.
Por otra parte, recuerda que en los años 60 se llevaba mucho
la temática psicodélica, como en el caso del famoso Rolls de John Lennondel que
ya hablaremos como ejemplo de lo estrombótico y mal gusto. Y claro, Harrison se
apuntó a la moda con este Mini 1966 que aparecía en la película Magical Mystery
Tour.
Después se agenció este Ferrari Dino 246 GTS que disfrutó
desde principios de los 70. Como muchos artistas de la época, mucho rollito
hippie, budista y antisistema, pero este señor vivía como un capitalista de
tomo y lomo.
En su espacioso garaje, George encontró espacio para una
bestia de los 80: el Mercedes-Benz 560E AMG 1986. Por cierto, cuando se cansó
de él, se lo cedió a su amigo Jeff Lynne, vocalista de la E.L.O. Ya sabéis, si
alguno tiene alguna máquina de este tipo y se ha aburrido de él, aquí tenemos
espacio y ganas de cuidarlo.
Ya algo más mayor subió el listón y empezó a comprar coches
únicos, como este McLaren F1. Según
cuenta la leyenda, lo construyeron los chicos de Woking para él. Siguiendo con
los cotilleos, ¿sabías que su ex amigo Eric Clapton, además de conquistar a su
esposa Pattie Boyd, también quiso
levantarle este deportivo? Cosas de artistas.
Por último, para no aburriros más con toda la colección os
dejo el Porsche 930 Turbo, uno de los “carrera” más divertidos de conducir.
Harrison y las carreras de coches
Como decíamos al principio, George Harrison fue un
apasionado de los monoplazas y no dudaba en cambiar la guitarra y el micrófono
por el casco y los guantes para darse unas vueltas en algún bólido. Como por
ejemplo a los mando de este Lotus 18 del 61 pilotado en Donington 1979.
Enamorado de la velocidad, era un asiduo participante del
Festival de Goodwood. En la edición de 1993 participó con un bicho artesanal
denominado Light Car Company Rocket 343 kilos, motor de una Yamaha de 1070cc y
171 caballos. Un verdadero juguete hecho sólo para correr y divertirse.
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