Una vez más Fernando ha hecho que el mundo del motor se rinda
a sus pies. Vente a probar en Daytona el Cadillac, le dijeron un día. Y
Fernando, que para eso de probar volantes no hay que picarle mucho, se presentó
en Daytona con ganas de hacerlo bien, aunque era consciente de que no contaban
con el coche favorito.
Jordan Taylor era el encargado tomar la salida desde la sexta
posición desde la que él mismo clasificó. Dos horas y media después
aproximadamente, Fernando Alonso le tomaba el relevo en el Cadillac DPi #10. En
ese momento rodaban en una discreta octava posición a 50 segundos de la cabeza.
Desde allí Fernando comenzó a disfrutar y dejó su relevo en primera posición a
20 segundos de su perseguidor.
Otros pilotos decían que lo de Alonso era otra liga, que sus
frenadas eran insuperables y le daba igual que fuera en seco, en lluvia, de día
o de noche.
Con el
prototipo en primera posición, era el turno de Kamui Kobayashi que perdía
algunas posiciones y tras el que se subía Renger van der Zande. Los Mazda que
partían en la primera posición tras una gran clasificación. Tuvieron que lidiar
con numerosos problemas, entre ellos un fuego en la trasera del #77.
En la noche de Daytona, Alonso volvía a colocar el coche en
segunda posición tras un recital de adelantamientos que ya nos tiene
acostumbrados.
La primera posición se le complicó un poco más pero supo
presionar a Felipe Nasr hasta que
cometió un error y se pasó de frenada, lo que le permitía pasar y volver a
colocarse líder de la prueba por segunda vez. Era entonces cuando la lluvia
comenzaba a caer con fuerza sobre el circuito de Florida.
Tras aproximadamente cuatro horas se trató de reanudar la
acción tras el pace car, pero un fuerte accidente cuando se relanzó la carrera
obligó a sacar de nuevo bandera amarilla. La lluvia seguía cayendo con mucha
intensidad y a dos horas del final volvieron a mostrarse las banderas rojas.
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